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La cascada del Asón es el punto final del drenaje de Hondojón, una depresión kárstica en forma de valle cerrado en la que se forma un lago estacionario.
La intercalación de calizas y areniscas provenientes de un proceso de sedimentación alternante en función del nivel del mar en origen, hace que las aguas subterráneas penetren en el estrato calizo bajando hasta el nivel de areniscas. El buzamiento hacia el este de estos estratos y la confluencia con el valle glaciar del Alto Asón tiene como consecuencia el afloramiento en altura de las aguas del Asón que se precipitan dando una bella cascada de 80 m. de Altura.
Evolución geomorfológica del Alto Asón.
Autor: César Canales García.
La Comarca del Alto Asón describe una serie de singularidades geológicas con la presencia de excepcionales morfologías kársticas y glaciares que se encuentran en la montaña oriental de Cantabria. En esta zona predominan los terrenos Cretácicos afectados por la “Orogenia Alpina” pero cuyo origen se remonta a millones de años antes de dicha orogenia. Estos terrenos conforman un conjunto en el cual se da una alternancia de calizas arrecifales y materiales detríticos denominado conocido como “Complejo Urgoniano”. Será precisamente esa alternancia de los distintos tipos de materiales unido a la fracturación de los mismos lo que ha permitido el desarrollo de espectaculares morfologías kársticas superficiales cuyo protagonismo comparten principalmente, lapiaces, poljes, dolinas, etc, y subterráneas que forman un auténtico paraíso subterráneo donde extensísimos sistemas de cuevas convierten a esta zona en algo único desde el punto de vista geológico.
Junto a las morfologías kársticas cabe destacar también las morfologías glaciares perfectamente conservadas y que nos muestran las señales de un pasado en el que en esta zona estuvo cubierta por grandes masas de hielo a pesar de su baja altitud. Algunas de esas señales se materializan en forma de plataformas de abrasión glaciar, glaciares como el de Hondojón o el de Bustalveinte y depósitos morrénicos que pueden encontrarse a tan sólo 350 metros de altitud convirtiéndose en los de cota más baja de la Península Ibérica.
Capítulo aparte y también de gran interés es la formación y posterior evolución de la red fluvial, con el Río Asón como gran emblema, que ha estado condicionada por los movimientos corticales y la disposición estructural y litología de los materiales, lo cual ha originado cambios bruscos en el trazado del río Asón.
Dos han sido los factores fundamentales que han determinado tanto el relieve de esta comarca como de su peculiar “orografía” subterránea lo que convierte a esta zona de la montaña oriental de Cantabria en algo único. La elevación del bloque continental, sobre el que se asienta actualmente la Comarca del Alto Asón, desde el Neógeno (Terciario y Cuaternario, a lo largo de los últimos 65 millones de años) hasta la actualidad y los cambios climáticos que determinaron los sucesivos períodos glaciares e interglaciares, así como los descensos y ascensos del nivel del mar correlativos, respectivamente, son las causas primarias geológicas que controlan, a gran escala, indirecta y directamente, la evolución del relieve general de nuestra comarca.
Estos factores fueron como se apuntaba interiormente, el tipo y la naturaleza de los materiales que componen su relieve y las condiciones impuestas por el clima. La interrelación entre estos dos factores ha sido primordial a la hora de crear las morfologías que actualmente se pueden contemplar y que podrían definirse como un auténtico “capricho” de la evolución geológica. Un claro ejemplo de ello es que en la Comarca del Alto Asón se localizan algunos de los mayores sistemas subterráneos de España y se han llegado a inventariar y catalogar más de cuatro mil cuevas, lo que supone casi la mitad de las inventariadas en la región de Cantabria.
El paisaje actual de la montaña oriental de Cantabria, integrada en la Cordillera Cantábrica, es muy distinto hoy en día a lo que fue a finales del periodo Cretácico. En un tiempo anterior a la existencia del relieve del Alto Asón tal y como lo conocemos, existió un mar cálido, representado por una plataforma continental en la que predominaban los procesos de sedimentación debido a los aportes de antiguos ríos que procedían de la región galáico-asturiana con un clima tropical y que contaba con un relieve totalmente emergido que se extendía desde el oeste hasta el actual límite entre Asturias y Cantabria, aproximadamente.
En el periodo final del Mesozóico, llamado Cretácico y dentro del él en el “Aptiense”, hace unos 110 millones de años, la mayor parte de la actual Cantabria se hallaba sumergida en un mar somero, poco profundo y con aguas muy cálidas. Condiciones similares a las de los trópicos actualmente. En aquel primitivo mar se dieron condiciones similares a las que se dan hoy en día en mares de latitudes tropicales, por lo que se crearon y abundaron gran cantidad de arrecifes compuestos de políperos, algas y otros seres vivos con caparazones que se fueron acumulando en los fondos marinos junto a otros sedimentos procedentes de los aportes fluviales de la región galaico-asturiana anteriormente citada. Aquellos arrecifes estaban separados a su vez por surcos a los que llegaban aportes sedimentarios terrígenos fluviales y deltaicos procedentes del primitivo sector galáico-asturiano; como el surco de Valnera-Soba –Bilbao, limitado al N por la plataforma o alto de Ramales con gran desarrollo de las calizas urgonianas.
Todos aquellos estos restos orgánicos y terrígenos se fueron acumulando de forma masiva en el fondo marino durante miles de años y ello sumado a las condiciones de presión y temperatura generadas en aquellos entornos propició la compactación de aquellos materiales orgánicos que se acumulaban en el fondo y tras diferentes procesos dieron como resultado la formación de las actuales rocas carbonatadas o calizas que constituyen hoy en día los grandes macizos montañosos del sector oriental de Cantabria, así como de otros importantes relieves montañosos costeros como son los de la Sierra de Breñas entre Limpias y Ampuero con Voto o los Montes Buciero y Candina en Santoña y Liendo respectivamente.
Tras el final del Cretácico dará comienzo el periodo “Cenozóico” o “Era Terciaria”, un periodo que resulta clave para entender la configuración de nuestro relieve y orografía actuales ya que en este nuevo periodo todos aquellos materiales, todos aquellos sedimentos de origen biológico que habían dado origen a las rocas calizas, sufrieron una serie de empujes que provocaron su elevación y afloramiento en superficie desde el fondo marino como consecuencia de un proceso conocido como “Orogenia” caracterizado por la formación de alineaciones montañosas.
En el periodo Paleógeno (periodo inicial del Cenozóico entre 65 y 23 millones de años antes del presente), un gran bloque cortical representado por Francia y sus fondos oceánicos experimentaron un movimiento hacia el sur presionando enormemente el bloque sobre el que se asentaba la fachada cantábrica que formaba parte de la franja septentrional del llamado bloque ibérico. Este proceso compresivo Norte-Sur obligó a que la corteza se plegara y fragmentara. Además, se le añadió otro movimiento lateral de componente hacia el Noroeste, por la activación de distintas fallas, como la de Bilbao y Avilés. Para complicar estos esfuerzos, la compresión del océano Atlántico en su historia de expansión se superpuso a las anteriores. Toda esta dinámica compresiva, seguida de alguna etapa distensiva intercalada dentro del Terciario, promovió la emersión de las rocas sedimentarias calcáreas y siliciclásticas también sedimentarias en aquel mar tropical y su posterior plegamiento y rotura, hasta entonces ordenadas monótonamente en posición horizontal.
Los esfuerzos compresivos de las placas rompen la corteza en mil pedazos, con bloques que se elevan y se hunden. Donde los bloques se han levantado hasta los máximos permitidos, ahí se sitúa el cordal de máximas cumbres que servirá de divisoria hidrográfica para los cursos fluviales cantábricos y las vertientes al Ebro o al Duero. En la divisoria que afecta a la cuenca del Asón, se identifica la línea de cumbres en donde destacan el Picón del Fraile (1.652 m) y Peña Lusa (1.575 m) como cumbres dominantes de un macizo que se eleva desde Arredondo (161 m) y asciende por Peña Lavalle (1.034 m) y Veinte (1.507 m).
Los diferentes movimientos tectónicos conllevaron la creación de alineaciones montañosas y cordilleras como consecuencia del choque entre las placas tectónicas. En el caso del proceso a partir del cual se crearon las montañas del sector oriental de Cantabria y en las que se hallan los más importantes sistemas de cuevas, hablamos de “Orogenia Alpina” debido a que en esa misma etapa tuvieron su origen importantes cordilleras como las de los Alpes, Pirineos, el Himalaya o por supuesto la Cordillera Cantábrica surgida del choque entre dos placas tectónicas como son la Ibérica y la Europea.
Como consecuencia del movimiento tectónico la estructura del relieve tenderá a inclinarse suavemente hacia el sureste caracterizando la región del Alto Asón por presentar alternancia de calizas y materiales detríticos en una disposición en “milhojas” en que la diferente competencia de los materiales da lugar a que las calizas generen fuertes escarpes que alternan con taludes tendidos de margas y areniscas conocidos por los lugareños como “hazas”. Sin embargo la tranquilidad tectónica de la región contrasta con el relieve agreste provocado por la acción erosiva de los cauces fluviales que seccionan la estructura sobre la que se asientan los cordales montañosos con imponentes barrancos como el de Rolacías. Por otra parte, masas de calizas masivas destacan en el paisaje como blancas prominencias o “mazas” de morfología redondeada y amplia cumbre; ejemplo de estas morfologías es la elevación Mazo Grande que conecta con la sierra calcárea de Hornijo, divisoria entre las vertientes del Asón y Gándara, de crestas abruptas y dentadas cuyas cumbres disminuyen de altitud hacia el Este.
La pregunta a cómo la región del Alto Asón ha llegado a convertirse en una zona única en cuanto a la existencia de grandes sistemas de cavidades y toda una “joya” geológica tiene su respuesta en la fase final de la evolución del relieve. Para resolver la incógnita es necesario recurrir al concepto de “Karst” o proceso de “Karstificación”. El Karst es el resultado de la acción del agua sobre los materiales calizos. Este proceso lleva implícito el desarrollo de reacciones químicas que tienen como consecuencia la disolución del carbonato cálcico presente en las rocas calizas una vez que el agua de lluvia entra en contacto con ellas mediante la filtración en el subsuelo a través de fracturas o grietas en el terreno.
El agua de lluvia contenido en las nubes antes de su precipitación al encontrarse en contacto con la atmósfera, absorbe dióxido de carbono y este se diluye en el interior de las gotas de lluvia. El contenido del dióxido de carbono en el agua de lluvia le confiere un mayor poder erosivo debido al nivel de acidez que el agua posee, un agua más “corrosiva” que va a permitir una mayor disolución del carbonato cálcico contenido en las rocas. La erosión de la roca caliza se debe por tanto a la disolución del carbonato cálcico de la misma y esta se produce tanto en superficie como en el interior de las montañas una vez que el agua de lluvia se ha infiltrado en el subsuelo a través de las diferentes fisuras presentes en el relieve localizado por encima. Las aguas superficiales, pero especialmente las subterráneas, irán disolviendo poco a poco la roca hasta crear galerías que en muchos casos pueden llegar a tener decenas de metros de altura y anchura.
Sin embargo el proceso de karstificación no ha sido el único agente responsable de la formación de esos grandes sistemas de cuevas. El otro de los grandes agentes “modeladores” y con gran peso en el territorio de las Montañas del Asón y que ha contribuido notablemente a la grandiosidad del paisaje ha sido el glaciarismo. La acción fundamentalmente erosiva de los hielos, transformados a partir de la nieve precipitada, pero también sedimentaria (morrena) es la que ha predominado e incidido sobre el sustrato rocoso. El ámbito geográfico de la Montaña Cantábrica oriental –alto valle de los ríos Trueba, Miera y Asón– constituye un espacio singular, en una montaña de baja altitud (Castro Valnera, 1.718 m), donde se emplazaron glaciares extensos respecto a otros macizos con presencia glaciar de la Cordillera Cantábrica. Los macizos calcáreos ampliamente representados en la comarca del Asón y su carácter rocoso ha permitido conservar morfologías glaciares y poner en evidencia un glaciarismo más intenso y de edad más antigua; se podría asignar una edad, incluso, más antigua que las del mismo Pleistoceno, ya que hay evidencias de un enfriamiento climático hace unos 2,5 millones de años.
Hubo un momento en el que los hielos debieron cubrir todo el territorio de Cantabria, coincidiendo con el episodio de máxima glaciación (“climax glaciar”), en que la temperatura del planeta Tierra alcanzó una de sus cifras mínimas. Han existido varias glaciaciones durante el Pleistoceno; la más moderna, denominada Würmiense de acuerdo con la nomenclatura alpina, es la que conserva los depósitos morrénicos de la región del Asón. La glaciación Würmiense Comenzó hace aproximadamente 110.000 años y finalizó hacia el 10.000 a.C. dando paso al Holoceno o periodo posglacial, en el que nos encontramos en la actualidad.
Entre los conjuntos glaciares de mayor interés que podemos mencionar en la zona de la Montaña Oriental de Cantabria tenemos el conjunto glaciar Valnera-Asón que llegó a ocupar una extensión aproximada de 75 km2 y estuvo compuesto por un gran campo de hielo o casquete de montaña (icefield), uno de los más amplios de la Cordillera Cantábrica, de características excepcionales por la extensión que alcanzó y su baja altitud mitigada por la componente oceánica y condiciones climáticas particulares, que dejó en el paisaje importantes morfologías. Los glaciares del Grupo Valnera-Asón estaban formados por lenguas de hielo que drenaban hacia cuencas diferentes, así: el glaciar del Trueba (17 km) drenaba hacia el Ebro, el del Miera y Valdició hacia el Miera,y los de Bustalveinte, Hoyo de Saco, Hondojón, Rolacias, glaciares de Peña Lusa, etc., a los valles de Asón y Gándara.
De los glaciares del valle del Asón, el de Bustalveinte es el más importante (7 km). En la artesa glaciar y en la difluencia de Los Collados del Asón (650 m) un pequeño lóbulo descendía hacia el Gándara. La lengua de hielo procedente de las zonas altas de Bustalveinte ocupada por un domo glaciar, en la que confluían además hielos de los glaciares de Saco y Hondojón, este último por medio de un escalón, caía en la garganta del Asón a modo de bloques o seracs para descender por el valle siguiendo el cauce fluvial actual y desarrollar el típico perfil transversal en U. Merece destacar en la cabecera del Gándara, en los glaciares de Peña Lusa (Portillo de La Sía), el glaciar de circo de Zucía caracterizado por un circo claramente conformado, al igual que las morrenas, con bloques de gran tamaño que demuestran una gran capacidad erosiva
En definitiva, la dinámica glaciar ha dejado su impronta de forma especial y ha contribuido a modelar el actual paisaje de la comarca del Alto Asón dotándola de una serie de peculiaridades que la hacen única. Algunas de esas peculiaridades son valles en artesa, escalonamientos en los glaciares de valle, cubetas de sobreexcavación, etc. Esta dinámica es la que determina la formación de depresiones con forma de silla de montar y el pulido de las superficies sobres las que se apoya, así como el ensanchamiento de las depresiones previas como es el caso de las depresiones de origen kárstico, muy abundantes en las Montañas de Asón, que el hielo reactivó para acrecentarlas sustancialmente, tanto en anchura como en profundidad, dando lugar a amplias cubetas glaciokársticas, en cuyo fondo plano cubierto de sedimentos se han desarrollado praderías como las de Brenarromán, Brenavinto, Bustalveinte, Ojón y Hondojón.
FUENTE: “Características geológicas y morfologías singulares de la región del Alto Asón Cantabria)”.
Martínez Cedrún, P. (*), Flor, G. (**), Flor-Blanco, G. (**) y Fernández Maroto, G (*)
(*) Dpto. Ciencias de la Tierra y Física de la Materia Condensada. E. Politécnica de Minas y Energía de Torrelavega. Universidad de Cantabria.
(**) Dpto. de Geología. Universidad de Oviedo.
Ruta senderista recomendada: Hondojón
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